24/07/2015 | LaNación |

El crítico y docente Maximiliano Tomas publicó ¿Qué leer?, una guía de lecturas para los amantes de los libros

Por Verónica Dema | LA NACION

¿Qué leer?, el libro que acaba de publicar el crítico, periodista y docente Maximiliano Tomas, podría definirse como una guía orientativa de lecturas contemporáneas, o como una compilación de críticas, o como un mapa personal y polémico de libros de ficción y no ficción publicados en la última década. Es una especie de libro que ayuda a comprar libros, como en respuesta a la típica pregunta: ¿qué puedo leer?, que suelen hacerle a Tomas sus familiares y sus amigos por saberlo vinculado con libros y literatura.

En esta entrevista con LA NACION, el autor habla de los lectores que imagina para su libro, del valor que encuentra en reseñar obras contemporáneas, algunas de autores desconocidos, menciona también por qué le resulta honesto referirse a los libros que considera fallidos, que no vale la pena leer, y reflexiona sobre por qué hay cada vez más libros y menos lectores.

- ¿Qué lector imagina para su libro?

- ¿Qué leer? es un libro pensado para todo tipo de lectores, ya sea uno habitual o uno esporádico. La idea es que cada quien pueda encontrar un libro diferente, acorde a su deseo o necesidad. Hay quienes lo usarán como una guía orientativa para comprar libros, una lista de títulos argumentada y dividida en categorías. Otros lo verán como una compilación de ensayos un poco autobiográficos o como un libro de crítica literaria.

- ¿Con qué criterio rescata algunos de los escritores "en construcción"?

- Entre los casi cien libros mencionados hay textos sobre autores locales y extranjeros, célebres, reconocidos, secretos y emergentes. Por una cuestión de interés personal, suelo leer a muchos autores nuevos, sean locales o no. Nadie necesita que yo le diga que debe leer El Quijote, Madame Bovary o Ficciones. Me interesa más el desafío de recomendar y poner en circulación libros de autores que aportan alguna novedad, sean jóvenes o no. Y también rescates, textos perdidos u olvidados.

- ¿Se podría decir que su libro es un mapa de la nueva literatura argentina?

- Un mapa interesante pero incompleto, aunque no es lo que me propuse. Esa fue la intención de la antología La joven guardia, que edité hace ya diez años. Pero en este libro, además de literatura argentina, hay textos sobre literatura extranjera, ensayos, crónicas de viajes, antologías y hasta algunas discusiones sobre el estado de la industria editorial o sobre la legitimidad de los premios literarios.

- ¿Cómo definiría a la década de la que surgen estos textos?

- Todos estos artículos fueron publicados entre 2005 y 2015, en medios muy distintos. Si hay algo que los une es el interés por pensar los textos de los demás en tiempo presente: ver qué hay en cada uno de los libros seleccionados de inspirador, de distinto, de nuevo.

- ¿Es cierto que hay cada vez más libros y menos lectores?

- Es lo que parece, por la dinámica propia de la industria editorial, que necesita producir más para ganar más. Pero también porque el acceso a la escritura y a la publicación se extendió y se transformó en algo al alcance de casi todos. Todos quieren escribir, todos quieren publicar. Pero más libros no significa mejores libros, ni tampoco más lectores. Es paradójico: para escribir primero habría que leer. Y no siempre se da el caso. Basta con recordar que el propio Borges se consideraba un lector antes que un autor. Deberíamos pensar un poco más detenidamente en esa afirmación.

- ¿Por qué decidió escribir en contra de obras que considera fallidas?

- Porque creo que es uno de los deberes principales del crítico, y no entiendo por qué es algo que resulta tan infrecuente. Además, porque el tiempo disponible para la lectura es finito, y la cantidad de libros que existe para leer es infinita. ¿Para qué perder el tiempo con obras que no valen la pena?

- ¿Cuál cree que es el rol de la crítica literaria desde los medios masivos?

- Tendría que ser siempre el mismo: reflexionar críticamente sobre la literatura, de la manera más elegante, inteligente y persuasiva posible. Ejercer la autoridad a través de una opinión argumentada, guiada por la honestidad y no por intereses menos confesables. Escribir a favor de los libros singulares, únicos y conmovedores y en contra de la banalidad, la estupidez, el sentido común y las operaciones del marketing..

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